Lo que menos me gusta de extrañar a alguien es que funciona a rachas. A días. Por momentos. En lugares concretos. Cuando menos te lo esperas. Llega sin avisar. Se queda un tiempo indefinido. No puedes dejar de hacerlo. Aunque lo intentes. Escuece. Duele. Quema. Pica. Desgarra. Rompe. Congela. Hiela. Arde. Arranca. Hiere. Desquebraja. Te hunde. Te asfixia. ¿He dicho qué duele? Duele. Mucho. Te despiertas y no sabes qué va a pasar. Porque a veces, como dice Joaquín Sabina, hasta las suelas de mis zapatos te echan de menos. 
¿Pero sabes qué? Se pasa, siempre se pasa, vas a ver…

Si, lo acepto, soy de esas que se duerme en la parte mas interesante de la película. De las que llegan media hora tarde y sonríen mientras piden perdón. De las que hace la maleta cinco minutos antes de salir de viaje. De las que piensa que el orgullo es lo último que se pierde. Soy de esas que piensa que primero actúo y luego pienso. Miento bastantes veces, mentiras piadosas, eso si. Que soy el ser mas imperfecto y me cuesta reconocer esos defectos. Nunca he mentido en eso del amor. He dicho que me enamore y nadie puede decir que no. Dije que te quería y era cierto. Y si digo que ya no lo siento... una vez mas repito que suelo decir mentiras piadosas.